La matemática hace mal - HOY: "La Biblioteca de Babel", Parte 1

Este blog está alcanzando una popularidad casi insostenible. Pero una popularidad negativa, cosa curiosa, si las hay. Esto sucede porque la gente, en lugar de entrar, no entra. Entonces si sumamos la cantidad de gente que elige no entrar al blog, realmente reunimos ejércitos, multitudes que persisten en esa inteligente actitud. Miles de millones de personas, incluyendo gran mayoría de chinos, se alinean gracias a este blog y forman un grupo cohesionado y firme: el de la gente que no visita esta página. Nos honra y nos deja patitiesos tal involuntaria distinción.

Contumaces y entusiastas como somos, hemos de inaugurar una pequeña subsección de Condenados. En pos de mantener un público selecto y exclusivo, será el espíritu de estas publicaciones la exaltación de la complejidad y de la lógica a veces absurda e irrefutable de la realidad. "La matemática es el lenguaje del Universo", se ilusionaba un griego, pero no sabía que el Universo hablaba todos los idiomas.

Y antes de que nos señalen, Paenza no tiene nada que ver con esto.
-----------------------------------------------------------------------------------------------


Leer "La Biblioteca de Babel", de J. L. Borges, es meterse en un problema. Por lo menos, lo fue para mí cuando me dejaba seducir un poco más por los ardides numéricos. De tal manera que entendí mal y me enfrasqué en la resolución del problema que plantea el cuento, en realidad, del problema más fácil que plantea el cuento. Este consiste en calcular la cantidad de libros que albergaría la biblioteca universal de Babel. A esta altura, estimado lector, es bueno que lea el cuento si aún no lo ha hecho: "La Biblioteca de Babel".

He aquí, la primera de mis soluciones al problema. Es tan exacta como inútil:


Cálculo de la cantidad de libros en la Biblioteca de Babel, de J. L. Borges

Datos

Según Borges, cada libro de la Biblioteca tiene las siguientes características:
- 410 páginas
- 40 renglones por página
- 80 caracteres por renglón
- 25 símbolos posibles (22 letras, el espacio, el punto y la coma)

Se deben considerar las siguientes hipótesis enunciadas por Borges:
- Todos los libros son diferentes.
- Los libros contienen todas las combinaciones posibles de los 25 símbolos.

Cálculo

P: Páginas por libro
R: Renglones por página
C: Caracteres por renglón
S: Cantidad de símbolos posibles

Teniendo en cuenta los datos, habría que calcular la cantidad de caracteres que contiene cada libro para luego determinar la cantidad de combinaciones diferentes posibles, que equivaldrá a la cantidad de libros de la Biblioteca.

(El símbolo
^ significa "elevado a").

Cantidad de caracteres por libro (CC):
CC = P x R x C
CC = 410 x 40 x 80
CC = 1.312.000
CC = 1.312 × 10^3

Cantidad de libros posibles (CL):
CL = S^CC
CL = 25^((1.312 × 10^3))


Reflexión

Este número resulta a simple vista más pequeño de lo que en realidad es, culpa de la notación científica. Se calcula que la cantidad de átomos que hay en el Universo está entre 10
^72 y 10^87, lo cual es un número ínfimo en relación al que hemos calculado. Digamos que si cada libro ocupara un átomo de espacio, no alcanzaría el Universo conocido para alojar una mínima parte de la Biblioteca. De hecho, si cada átomo del Universo se convirtiera a su vez en un Universo igual al nuestro, seguiría sin alcanzar el espacio para alojar a la Biblioteca de libros atómicos.

El autor, que lo sabía, empieza el cuento diciendo: “El universo (que otros llaman la Biblioteca)…”.

...............................................................................

(Borges se me hubiera cagado de risa.
)


(Por Nico)

DLAEALAD


Lado izquierdo, lado derecho, lado izquierdo o lado derecho... ¡Zas! Lado izquierdo. Estación terminal, todos los pasajeros deben descender. Un Bolívar abarrotado de gerentuchos, jefes, contadores, abogados, viudas, vendedores ambulantes, payasos, novios, carteras Louis Vuitton imitación, miles de perfumes baratos guapeándole a los caros, ojeras, ojerosos, polleras y escotes, apuntes, ejercicios de inglés, protestas, pecheos, colados en la escalera mecánica, maquillajes siempre excesivos o insuficientes y al fin el pasillo a Catedral o al Cabildo que bifurca los destinos idénticos de los transeúntes. Tacos, suelas, zapatos, más tacos, tac-tac, toc-toc, alguno que resbala, alguno que intenta un piquecito corto, alguna que mira, taconear y taconeo sordo, silencio hasta que irrumpe aquella voz atemporal, nasal y crónica: "Dos encendedores tres peso... Tres paquetes de curitas dos peso... Auriculares cinco peso... Tres pañuelos descartables tres peso...". Taconeo absorto, indiferente, que nunca podrán ver sus lentes negros, que sus oídos oirán acaso mejor que yo y despreciarán más minuciosamente, más violentamente. Baldosas que arrastran almas que marchan a la pira de todos los días, al sacrificio cotidiano del alma libre. Y entonces: "Unaassuda unaassuda unaassuda... Unaassuda unaassuda unaassuda...", repite incesante como pidiendo la pierna que le falta detrás de esa assuda que nunca vi llegar. Volver la vista al pasillo, a los carteles inútiles, siempre iguales, al que camina por el medio y no deja pasar, al que quiere pasar y no puede porque camino por el medio. Subir en cuatro saltos la escalera, destreza matutina, y no intentar correr el tren para evitar que se vaya para siempre.

Reír secretamente de algún boludo que protesta porque le cerró la puerta en la cara.

Mirar a los ojos a alguna chica hasta que baje la mirada.

Leer el titular de la Barcelona pero no sonreír.

Pararme debajo del circulador de aire y cerrar los ojos.

Preguntarme por qué le llaman circulador de aire al ventilador.

Desear que algo detenga de alguna manera la inminencia fatal de cada paso que sigue.

Subir en Catedral y bajar en Tribunales. O en Bulnes, o en Scalabrini Ortiz, o en Plaza Italia.



(Por Nico)

Intolerancia de las 15:35

He escrito un poema para un hombre. Ando diciendo que lo justifica la intolerancia de la puta vida oficinesca, pero sé que está bien justificado por los motivos que no esconde. Ha sido inspirado por un jefe pelotudo que tiene una cabeza demasiado pequeña, tanto como para generar odio a sus alrededores. Además él, el propietario de la cabeza, es un estúpido, pero yo odio secretamente la cabeza que tiene. Apenas puedo tolerarla. Estas líneas servirán, en todo caso, para exonerar mi alma de tanta ira.
---------------------------------------------------------------------------------------------

Intolerancia de las 15:35

¡Ay tú de la cabeza mínima!
Que la señoreas entre los pasillos
de esta abarrotada oficina gris microcéntrica,
microcósmica, microscópica, microproductiva

Ahora buscas un café y tu pequeña cabecita sonríe
Ahora lo bebes y te quemas, y tu pequeña cabecita se estremece
Ahora pasilleas y saludas sin mirar, y tu pequeña cabecita besa
Ahora generas desprecio y asco por tu pequeña cabecita inútil

Imagino el principio, una cabeza pequeña en un cuerpo pequeño
La pubertad fascinante, rodeada de otras grandes y medianas cabezas
El primer beso, la horrible yuxtaposición de cabezas desiguales, inesperadamente desiguales...
La adolescencia y el primer trabajo como cadete, ¡ay de los auriculares
más ajustados que de costumbre!
Pudiendo apenas abrazar tu mate mínimo, irrisorio, intolerable

Los estudios, el primer velorio, los amigos
Y al fin el engañoso encanto de la abismal oficina
Y entonces yo odiando esa cabeza pequeña, desproporcionada
que habla sandeces y escupe órdenes sin sentido, de cabeza pequeña
De poca gomina, de lentes de mujer
¡Oh cabeza, cabecita que tienes, que quisiera aplastar contra un Moaí!



(Por Nico)

Devuélvanmen al editor - Día 5

Era un camino de cinco líneas rectas. Bordeándolo en fila custodiaban sus límites ciertas variedades de pino. Hacia adelante el camino permanecía inalterable, al darse vuelta notaba que se iba haciendo difuso. Frente a él avanzaban varias personas con la misma cara de curiosidad portando en ambas manos una suerte de cofre, que bien podría ser una cajita musical. Sintió vergüenza de no llevar nada, pero no se detuvo. En la monotonía del camino por momentos las líneas se alteraban, cambios imperceptibles le hacían mucho más placentero el viaje sin darse cuenta.
Llegado un punto los otros sujetos comenzaron a abrir las cajitas que llevaban, un concierto de luces y sonido comenzó a expandirse por todo el lugar, los pinos vibraban. Todos se dieron vuelta maravillados para mirarlo, sus ojos aguardaban una sentencia o un asentimiento.
Descubrió que estaba sordo.

Sentado en una silla de oficina con el cuerpo levemente ladeado hacia la izquierda y una puntada en el cuello que lo atacaba in crescendo, fue abriendo los ojos al compás del reflejo del sol que se filtraba por el ventanal de la oficina. Observó el resaltador sin capuchón en el piso e inmediatamente llevó su vista hacia el blanco pizarrón, escrito con una letra que podría conocer pero no, y menos a esa hora y en ese sopor.
Se acercó a leer esperando alguna certeza:
“El Inglés arriba del Español no son apodos en una justa de cuchillos en los arrabales. Mera noción geográfica aplicada a un librito y un conjunto de piedras aparentes. Una vida aparente y otro retrato casi igual, festividades que se recursan con meses de diferencia. Obsesión, campaña, creación, operaciones inconsistentes”.
Debía haber sospechado la naturaleza insoportablemente maliciosa de estos sujetos, trató de hacer memoria de las nociones adquiridas mientras se daba vuelta para encontrarse frente al sujeto que hace unos días le arrojó un libro. Estaba sentado arriba del escritorio, junto a la encomienda.
- ¿Y?
- Y no sé... vos no podés firmar así me voy, esto es muy loco.
- ¿Querés ser mi amigo?
- ...
- Siempre quise tener un amigo cadete. Si querés te ayudo para buscar al redactor... el libro es de Juan Rulfo.
- ¿Y eso de qué me sirve? Cinco días acá esperando, aguantando todo esto.
- Bien podrías seguir viviendo en la rutina del espejo que de hecho es tu vida y sin embargo un día puede estallar y hacerte ver que no, tenés la opción de vivir, ¿no te gustó que te estalle la rutina? El inglés está arriba del español en América del Norte.
- Todos locos, todos locos. Uno que viene con voluntad, yo que gané el premio a la mejor gestión Cadetes 2008...
- Es lo que siempre me dicen: “Nojo tarla. Refunde cruno. Patequi concre”. En septiembre se festeja otro bicentenario en América.
- A la mierda, no aguanto más.
Comenzó a caminar ligero hacia la puerta, al abrirla se encontro con una persona con sombrero de mariachi, sobretodo y una valija con stickers de “Viva México” en cada mano que aprovechó la puerta abierta y se dió paso diciendo “no te esperaba, ¿tenés una birome?”.
- No, no, no, no. Y no quiero saber quién sos, estoy harto.
El recién llegado editor se dio vuelta mirando extrañado al que estaba en el escritorio; luego de un momento este dijo:
- No hay nada que hacerle, los cadetes me detestan.
Dicho esto se recostó, usando la encomienda de almohada.


(Por el Ilustre Desconocido)

Devuélvanmen al editor - Día 4

-Ni se te ocurra tocar eso.
Como si hubiese anticipado una acción futura, un tipo apoyado contra el marco de la puerta de entrada gritó la orden. Vestía una remera grande y suelta sin mangas, unas bermudas y sandalias con abrojos.
De barba tupida y ojos fulminantes, su voz tenía la persuasión de los que tronan y sin embargo tras ese aspecto intimidatorio había ciertos atisbos de dulzura y parsimonia.
Nuestro protagonista no podía entender lo que se le ordenaba dado que no pensaba realizar ninguna acción más allá de mirar el paquete que no era para él, como se le ocurre creer que puede violar correspondencia privada, justo él que fue obsequiado con el premio a la mejor gestión Cadetes 2008 como creer aunque ya de por sí creer era demasiado pero estaba ahí después de todo acatando la orden del gigante.
-¿Que no toque qué?
-Mi brazo ha ejecutado la peor de las muertes y sin embargo la sangre es suficiente y nunca me desborda. Sobran altares que hacen olvidar mi paganismo para adorarme en la mesa grande a la que nunca me acerqué en mi origen. Ya ha pasado la era de los rapsodas aunque te quieran hacer ver lo contrario.- Movía los brazos para darle énfasis a sus frases, curiosamente permanecía en el umbral de la oficina, sin entrar.
-¿Porqué no entra?
-Hay lugares que tengo vedados.
Dicho esto dio un paso hacia adelante para ejemplificar su veda: una catarata de carcajadas comenzó a caer vaya uno a saber de dónde; risas impostadas como en una vulgar casa encantada de feria, risotadas fingidas que por falsas eran más insultantes. El hombre acarició su barba y retrocedió, las risas cesaron.
-Aquí la luna sale siempre y son felices. Cuando todos se abruman y se abandonan a la desidia rutinaria, ellos ríen y ríen y ríen y me difaman y me detestan por no ser luna y cargar tanta historia de odios que me atribuyen... -su voz se fue haciendo más sombría- ...y me vituperan pero vuelven a buscarme para reírse de mí, yo que condenso el poder del mundo.
Antes de terminar un proyectil húmedo lo alcanzó en la frente. El joven que hace un instante estaba parapetado en su oficina y lo mandó a buscar el cañón estaba ahora a su lado:
-Otra vez se me fue el bondi, sos aciago loco-, le dijo al grandote y se volvió a meter en su oficina.
El barbudo comenzó a alejarse por el palier del edificio, al llegar a las escaleras gritó.
-¿Qué día es hoy?
-Jueves-, le dijo nuestro protagonista con cierta indecisión propia de quién no siente el peso de los días.

Nota mental: acumular situaciones y personajes no siempre satisface los deseos de una trama que se simplifica en las incoherencias. Cuatro días van cumpliendo su ciclo pero no hay indicios en mi cuerpo del paso del tiempo, no más que una sensación de amaneceres y ocasos volviendo la claridad por quinta vez pero podrían ser sólo dos días con la salida de la primera luna, pero aquí nunca es martes y el alba me sorprende por última vez.

Colgado en la pared, a la derecha de la puerta de entrada, un pizarrón blanco con un marcador indeleble apoyado ofendía su mirada al rebotar en él el reflejo de las primeras luces.


(Por el Ilustre Desconocido)

Devuélvanmen al editor - Día 3

La puerta no cedió tan fácil como las anteriores. Tuvo que hacer un poco de fuerza extra con el hombro dado que algo impedía el paso, una mesita (los muebles se repetían simétricamente en las tres habitaciones) que tenía sobre sí el portarretrato de una empanada de lunares, por lo menos a simple vista.
Una vez hecho el hueco necesario para que su cuerpo pase, entró. Lo recibió un proyectil en la frente de un húmedo y dudoso material.
Iba a repetir la frase de presentación que ya le había resultado inútil anteriormente cuándo escuchó: “ah, vos no sos, no estás tan verde. Vení, ayudame con estas maderas”.
Fue en ese momento que notó que la persona que le hablaba cargaba planchas de madera balsa y el ventanal de la oficina estaba completamente destrozado.
“bay gue ejjar un huego paba maioblar”, le dijo con varios clavos en su boca.
Comenzó a ayudarlo para costearse su amistad, quizá de ese modo obtendría alguna respuesta que le permita hallar al editor para entregarle el paquete, misión cada vez más difusa y lejana.
Durante todo el día trabajaron cortando y clavando las maderas contra los marcos. Dejaron una pequeña hendija 60 cm de largo y un metro y medio de ancho aproximadamente, hecho lo cual se sentaron contra la pared bajo el ventanal, expectantes. No habían prendido la luz y sólo lejanos faroles iluminaban la oficina.
Estando de frente al escritorio podía ver el monitor de la PC encendido, para su sorpresa “Nojo tarla. Refunde cruno. Patequi concre. Nucuza nodi mila radaco queto enleyre.” ocupaba el centro de la misma, era el momento de indagar:
- ¿Qué significa?
- Que nos tenemos que turnar para espiar, cuando veas venir alguno traemos el cañón y realizamos la contraofensiva -tembló de repente y agregó- ¡Ahora! ¡Ahora! Fijate vos -y se puso en posición fetal.
Nuestro personaje espió por el hueco dejado a tal fin... nada que valga la pena, ni sospechas ni misterios. Armado de coraje dijo:
- Nada... igual yo me refería a eso -al decir esto señaló en dirección opuesta al ventanal.- ¿Vos sabés que quiere decir?
- Etelvina...
Sus ojos tornáronse contemplativos, con un brillo rojizo... un sonido seco como de chicharra lo sacó de su ensoñación. No hubo tiempo de preguntar de donde venía:
- ¡Agachate! Rápido!
Obedeciendo a un impulso de dudosa rebeldía, nuestro protagonista permaneció inmóvil. No duró mucho:
- Andá a buscar el cañón, es el momento.
Oteó por el hueco antes de salir de la habitación. Un colectivo de la línea 28 aguardaba en su parada el ascenso de los pasajeros.

Nota mental: hay cierta tendencia al eufemismo, la frase incompleta, la cita oscura en este laberinto de oficinas que, como los grandes laberintos, es una línea recta. Las preguntas conducen a otras preguntas y aquí estoy, buscando un cañón.

La sala central estaba igual que siempre, con sus escritorios vacíos y vírgenes de uso. Nada se suponía útil para ser empleado o confundido con un cañón.
Finalmente, miró el paquete que apoyara allí hace tres días.


(Por el Ilustre Desconocido)

Devuélvanmen al editor - Día 2

La puerta cedió al primer impulso; la noche inundaba la habitación desde un ventanal al fondo. Apretó el interruptor de la luz pero nada se iluminó adentro, sólo afuera fuegos lejanos de un festejo clareaban la oscuridad.
Sin confiar en la torpeza de sus ojos se sentó en el piso a esperar el amanecer, meciéndose en un tango ausente hasta dormitar.
Un frío que empezaba en los pies, se hacía fuerte en las rodillas y bajaba por los hombros en ese sinsentido del frío que imposibilita guarecerse, lo despertó con las primeras luces del alba.
El sonido de sus huesos tronó en los movimientos que acompañan al típico bostezo del buen día.
Sentado en la silla con los pies apoyados en el escritorio, un sujeto leía un libro sin percatarse de su presencia.
“Hola, ¿usted es el editor?”, balbuceó con el sonido gutural propio del despertar, preocupado por una lagaña que le impedía abrir el ojo derecho.
“Estamos en mayo; si fuera septiembre lo sería”.
Asombrado por lo que le pareció una tomadura de pelo repitió la pregunta enfatizando sus fuerzas en el verbo ser.
“Todos creen que muere pero no, ya estaba muerto desde siempre, al igual que el resto de los personajes, los disparos, la revolución…”
El extraño personaje le arrojó el libro sin tapa al pecho. Lo dio vuelta para leer “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre”, la primera línea para preguntar de quién era pero antes de poder articular palabra lo interrumpieron los murmullos que se iban haciendo cada vez más audibles y cercanos hasta llegar a la puerta representados por tres personas: uno vestía un ambo celeste roído y a su lado avanzaba un ser pequeño con una túnica blanca de vivos circulares rojos y letras mudas. Detrás de ellos un ser enorme en camisa de manga corta y descalzo arrastraba un espejo de pie bastante pesado para colocarlo frente a nuestro protagonista.
El presumible dueño de la oficina se puso a su lado, el espejo reflejaba una pieza conocida:
“Mira bien, puedes estar levantándote de tu cama y saliendo raudo a la calle luego de un desayuno frugal…el almuerzo te encontrará en un bolichón al paso y la media tarde fumando un cigarro en la plaza…tus padres te esperan a cenar y llamarás a tu novia antes de acostarte para repetir las acciones con variantes irrisorias”.
Mientras esto decía las imágenes se acumulaban en el espejo como flashes de un trailer aburrido.
“Ahora bien, de los millones de fragmentos conservas los necesarios para vivir, pero hay espacios oscuros que te sangran”.
El espejo volvió a sus funciones usuales para devolver el rostro del cadete en una mezcla de asombro y miedo, mordiéndose los labios para no llorar o correr.
“Esa cara podría ser retratada si tuviese tiempo”, dijo el extraño sujeto antes de sacarle el libro de sus manos para darle un golpe seco al espejo que estalló en miles de pedazos y lo dejó solo nuevamente en la habitación a oscuras.

Nota mental: el libro debió ser Alicia a través del espejo seguro sino no se entiende pero qué iguala a mayo con septiembre y mi reflejo en el espejo no puede ser interesante para una persona normal. El tiempo es ilusión y mi día fue ese espejo que me devuelve aquí una noche más.

Acumulando preguntas, pasó a la siguiente oficina.


(Por el Ilustre Desconocido)