Malambo Gambeta

De las profundidades de la Tierra surge un brote nuevo producto de cosechas abandonadas a la suerte del viento y la Madre Natura, vientre de miserias y milagros, despierta del letargo de lo milenario para parir un sonido: Malambo Gambeta.

La sangre recorre como un ínfimo río por las comisuras calientes de un parche ardiente que duele como el dolor de siglos en los ojos del esclavo que ronco clama con su grito: Malambo Gambeta.

Encerrados entre paredes, confundidos con el granito y respirando la cal que nos aferra a un sillón, resistimos a fuerza de un estallido que se hace música: Malambo Gambeta.

Bienvenidos a la experiencia.

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23 de Octubre, 20:30 hs. - Teatro Verdi, La Boca
Anticipadas $21 mencionando esta web, $20 si no la mencionan.
Los esperamos para dar comienzo a otra saga tribal y efímera, pero nuestra.

Pequeñas peripecias de Laureano en el mundo - Capítulo 1

No no
pequeño ser
si tu mente se escapa tienes que parar
y aprender a vivir de lo que vos pensás

"Hola, pequeño ser", Pescado Rabioso.


Cuando entró en la sala de estar la aventura de cada amanecer había quedado atrás.  El vértigo matutino con el que cada mañana era recibido por el mundo desde las cobijas que uno de estos días podrían ahogarlo, o precipitarlo al abismo de dos metros que separaba la cama del suelo, fue reemplazado por la euforia de la novedad.

Esa novedad era la causa de que esa mañana fuera diferente, no había necesidad de quedarse atascado en quehaceres rutinarios: la noche anterior había llegado a su casa el cuadro, retrato que se mandó a hacer (de perfil con el gesto napoleónico de la mano dentro del saco) para darle un aspecto señorial al comedor que solo contaba con una mesa, cuatro sillas y un sillón con mesita en un esquinero a lo lejos, sala enorme e inabarcable de una mirada.

Pero el cuadro estaba bien, en la pared sobre la cabecera de la mesa, aunque había un detalle que no le terminaba de cerrar mientras bebía su taza de café y se lavaba la cara con ella al mismo tiempo, tal era la excitación que le motivaba la contemplación.

Y sin embargo…

Se acercó tanto que parecía un espejo.

No recordaba haber pedido el cuadro tamaño natural; el detalle del arco iris al fondo tampoco había sido pactado.

Se vistió rápidamente, al borde de la crisis nerviosa tomó lo más importante y se lo calzó al cinturón (optó por dejar el celular que no le entraba en el bolsillo y le pesaba demasiado para el poco uso que podría llegar a darle), se miró al espejo o al cuadro o sus manos:

- Es hora.

Laureano abrió la puerta para atravesar su comarca y salir al mundo.



(Por el Ilustre Desconocido)