Devuélvanmen al editor - Día 3

La puerta no cedió tan fácil como las anteriores. Tuvo que hacer un poco de fuerza extra con el hombro dado que algo impedía el paso, una mesita (los muebles se repetían simétricamente en las tres habitaciones) que tenía sobre sí el portarretrato de una empanada de lunares, por lo menos a simple vista.
Una vez hecho el hueco necesario para que su cuerpo pase, entró. Lo recibió un proyectil en la frente de un húmedo y dudoso material.
Iba a repetir la frase de presentación que ya le había resultado inútil anteriormente cuándo escuchó: “ah, vos no sos, no estás tan verde. Vení, ayudame con estas maderas”.
Fue en ese momento que notó que la persona que le hablaba cargaba planchas de madera balsa y el ventanal de la oficina estaba completamente destrozado.
“bay gue ejjar un huego paba maioblar”, le dijo con varios clavos en su boca.
Comenzó a ayudarlo para costearse su amistad, quizá de ese modo obtendría alguna respuesta que le permita hallar al editor para entregarle el paquete, misión cada vez más difusa y lejana.
Durante todo el día trabajaron cortando y clavando las maderas contra los marcos. Dejaron una pequeña hendija 60 cm de largo y un metro y medio de ancho aproximadamente, hecho lo cual se sentaron contra la pared bajo el ventanal, expectantes. No habían prendido la luz y sólo lejanos faroles iluminaban la oficina.
Estando de frente al escritorio podía ver el monitor de la PC encendido, para su sorpresa “Nojo tarla. Refunde cruno. Patequi concre. Nucuza nodi mila radaco queto enleyre.” ocupaba el centro de la misma, era el momento de indagar:
- ¿Qué significa?
- Que nos tenemos que turnar para espiar, cuando veas venir alguno traemos el cañón y realizamos la contraofensiva -tembló de repente y agregó- ¡Ahora! ¡Ahora! Fijate vos -y se puso en posición fetal.
Nuestro personaje espió por el hueco dejado a tal fin... nada que valga la pena, ni sospechas ni misterios. Armado de coraje dijo:
- Nada... igual yo me refería a eso -al decir esto señaló en dirección opuesta al ventanal.- ¿Vos sabés que quiere decir?
- Etelvina...
Sus ojos tornáronse contemplativos, con un brillo rojizo... un sonido seco como de chicharra lo sacó de su ensoñación. No hubo tiempo de preguntar de donde venía:
- ¡Agachate! Rápido!
Obedeciendo a un impulso de dudosa rebeldía, nuestro protagonista permaneció inmóvil. No duró mucho:
- Andá a buscar el cañón, es el momento.
Oteó por el hueco antes de salir de la habitación. Un colectivo de la línea 28 aguardaba en su parada el ascenso de los pasajeros.

Nota mental: hay cierta tendencia al eufemismo, la frase incompleta, la cita oscura en este laberinto de oficinas que, como los grandes laberintos, es una línea recta. Las preguntas conducen a otras preguntas y aquí estoy, buscando un cañón.

La sala central estaba igual que siempre, con sus escritorios vacíos y vírgenes de uso. Nada se suponía útil para ser empleado o confundido con un cañón.
Finalmente, miró el paquete que apoyara allí hace tres días.


(Por el Ilustre Desconocido)

No hay comentarios:

Publicar un comentario