
- ¡Ea! Que soy un viajero cósmico y deseo morada -, dijo.
- El hotel está lleno -, respondió el conserje.
- No me dejés tirado -, replicó el viajero.
- Veré qué puedo hacer -, dijo el conserje terminándose una empanada de pollo a las finas hierbas.
¿Cómo hacer para alojar un huésped más en un hotel infinito, repleto de infinitos huéspedes?
El conserje no era logi. Mediante un micrófono comunicó a todos los infinitos huéspedes que se trasladaran a la habitación que tuviera el mismo número que la actual más uno. Es decir, el huésped de la habitación 1 iría a la 2, el de la 2, a la 3, el de la 124, a la 125 y así sucesivamente. Entonces, la habitación 1 quedó libre y allí pudo alojarse el nuevo viajero.
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Moraleja ñoña:
Infinito más uno es igual a infinito.
(Por Nico)
Muy bueno!
ResponderEliminarMoraleja ñoña= Ñoñaleja?
Zeque.
Eso, no se me ocurría la palabra. Para la próxima te la tomo prestada. Gracias.
ResponderEliminarNo podía ser tan matemáticamente ñoña la moraleja, eh!
ResponderEliminar¡Neeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerd!
ResponderEliminarNo sé qué es peor: haber disfrutado el relato o haberlo entendido...
¿Matemática, estas ahí? ¿Dónde estás, matemática?
ResponderEliminar¿Eh? ¿Dónde estás?
¡No te encuentro, matemática! !Ven a mi!
¡¡¡¡¡Ay, por Diooooooos, Matemáaaaticaaaaa!!!!!
(Ojo que Paenza es medio ladri, y en cualquier momento te chorea)
Esta misma historia la contó Paenza en una clase de Álgebra I hace unos cuantos años.
ResponderEliminarLadrón que roba a un ladrón, tiene cien años de perdón.
Lo cual, ante la perspectiva de de una eternidad en el infierno, deja de sonar tan prometedor.