DLAEALAD


Lado izquierdo, lado derecho, lado izquierdo o lado derecho... ¡Zas! Lado izquierdo. Estación terminal, todos los pasajeros deben descender. Un Bolívar abarrotado de gerentuchos, jefes, contadores, abogados, viudas, vendedores ambulantes, payasos, novios, carteras Louis Vuitton imitación, miles de perfumes baratos guapeándole a los caros, ojeras, ojerosos, polleras y escotes, apuntes, ejercicios de inglés, protestas, pecheos, colados en la escalera mecánica, maquillajes siempre excesivos o insuficientes y al fin el pasillo a Catedral o al Cabildo que bifurca los destinos idénticos de los transeúntes. Tacos, suelas, zapatos, más tacos, tac-tac, toc-toc, alguno que resbala, alguno que intenta un piquecito corto, alguna que mira, taconear y taconeo sordo, silencio hasta que irrumpe aquella voz atemporal, nasal y crónica: "Dos encendedores tres peso... Tres paquetes de curitas dos peso... Auriculares cinco peso... Tres pañuelos descartables tres peso...". Taconeo absorto, indiferente, que nunca podrán ver sus lentes negros, que sus oídos oirán acaso mejor que yo y despreciarán más minuciosamente, más violentamente. Baldosas que arrastran almas que marchan a la pira de todos los días, al sacrificio cotidiano del alma libre. Y entonces: "Unaassuda unaassuda unaassuda... Unaassuda unaassuda unaassuda...", repite incesante como pidiendo la pierna que le falta detrás de esa assuda que nunca vi llegar. Volver la vista al pasillo, a los carteles inútiles, siempre iguales, al que camina por el medio y no deja pasar, al que quiere pasar y no puede porque camino por el medio. Subir en cuatro saltos la escalera, destreza matutina, y no intentar correr el tren para evitar que se vaya para siempre.

Reír secretamente de algún boludo que protesta porque le cerró la puerta en la cara.

Mirar a los ojos a alguna chica hasta que baje la mirada.

Leer el titular de la Barcelona pero no sonreír.

Pararme debajo del circulador de aire y cerrar los ojos.

Preguntarme por qué le llaman circulador de aire al ventilador.

Desear que algo detenga de alguna manera la inminencia fatal de cada paso que sigue.

Subir en Catedral y bajar en Tribunales. O en Bulnes, o en Scalabrini Ortiz, o en Plaza Italia.



(Por Nico)

3 comentarios:

  1. Salgan a ser la droga de esta ciudad
    Vuelvan con olor a felicidad
    Ni la sueñen que no es para gente normal

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  2. Me hiciste recordar una época mejor cuando asiduamente recorría la ciudad por abajo.
    Mejor que no me ames, aca todos somos varoncitos y la tenemos bien puesta, carajo (?).

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  3. Tranqui, tomar prestado el "taconeo absorto" no le quita excelencia al relato.

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