Confesiones psicofármicas - Vol. 7

Ir entendiendo, lentamente, el progreso de los cuerpos que se conjuran en el cuerpo a través de épocas y tiempos e instantes fugaces de cambio que reproducen una imagen modificada de una eternidad supuesta, desnudando las falencias de la paciencia que corroe la carne, siempre negra de rojos negros viscosas maniobras que son los pasos y el quiebre y el dolor de siglos intuyendo este avance que duele y no podría ser de otro modo.

Como acercándose al fin, los últimos pasos.

Atracción que devora las últimas imágenes que se magnifican para desaparecer, así como se resquebraja el Universo en míseros fragmentos de brillo transparente y la sangre que brota nuevamente de esa conjura de cuerpos

en el éxtasis de la misericordia y el borrar para saber que no se va a empezar otra vez una creación ajena porque no existe ni existirá

ahora que no puede ser cierto, ahora; los fragmentos que duelen pero el cuadro sigue allí, y estar dentro es estar allí con el cuadro como siempre a pesar de las trizas y los gritos y esa puerta.

Ceder ante la caricia y esa puerta.

Ver es la forma perfecta de crear; el mundo que se va desarrollando y la espera que no fue inútil y el largo pasillo y la fantasía del lugar atrás y haber atravesado el espejo sin haberlo hecho pero lo mismo atravesar como romper y sangrar y los ojos como faros y los ángeles flechadores que salen al encuentro.

(Por el Ilustre Desconocido, bajo la administración del CORECRIN)

1 comentario:

  1. Sigo bancando las confesiones, lástima que el fondo me hace pelota la vista!

    Salús!

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