"Ahí va la última", dijo el pelado. Nadie conocía la naturaleza profética de la frase, ni siquiera el que la pronunció. Ninguna mirada se desconcertó, ninguna voz se atrevió a preguntar por qué. Las luces no se apagaron y los instrumentos empezaron a rugir aquellos acordes simples y duros que daban inicio a la magia. Aunque sería la última, realmente.
Podríamos decir que esa vez la banda sonó como nunca, él cantó como un dios encarnado, la multitud deliró hasta a las estrellas y el cielo todo se estremeció. Pero no. Porque la banda siempre sonaba y él siempre cantaba y no existía multitud. Y más que nada porque uno nunca sabe cuándo cerrará una puerta por última vez. En aquel diciembre de 1987 se cerraba una puerta y se abría otra, como siempre sucede. Con dos minutos alcanzaba esta vez, con una frase está bien, no hacen falta grandes discursos. Alguien decía que las últimas palabras son para los necios que no dijeron en vida lo suficiente, y él lo había dicho todo.
Desde Italia, desde Escocia, desde Inglaterra, desde Córdoba, desde Hurlingham, desde el viejo Cemento este pelado llegó para despreciarnos y enaltecernos a la vez. Esa dicotomía feroz que persiste en nuestra idiosincracia y que acaso es nuestro sino, nuestro karma. ¿Qué habremos sido antes de ser una nación con minúscula, reprimida y devastada por botas y fusiles y egoísmo? ¿Qué culpas de antaño estamos condenados a revertir? Este señor lo había entendido todo y fue uno más de nosotros, tan universal sería su alma. Pero yo prefiero no creer en karmas que justifiquen nuestras miserias. Prefiero presentir que nuestros karmas empiezan y se van con nosotros, que la vida es la que fluye en un abrazo y se ciega con la luz del microcentro. Y que no hay más cielo que el azul profundo (o negro o turquesa o naranja) que vemos acostados en la arena o en algún hotel, o en la violenta mirada del corazón que nos ama; el cielo es donde las estrellas crecen.
Pero lo mejor es no confiar en mis presentires, que han probado estar errados cada vez que pudieron. Quizá nuestro karma es la necedad de no querer reconocerlo. Quizá desde el cielo que no vemos Luca nos mande alguna canción.
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Responsable: Luca Prodan
Obra: Fuck you
Frase: "Fuck yooooooooooouuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaddddddddddddgggggggggghhhhhhhhhhhhhhdddddddaaaaaaaa!!!"
Momento: 1:39 > 1:50
¡Que grite el rock!
(Por Nico)
Cuantos pasos mas alla estaria este tipo del resto...
ResponderEliminarSi hay algo que lamento de mi vida, es no haber podido presenciar un recital de Sumo.
como dice el señor (o señora) en el anonimato...una lástima haber tenido tan solo 3 añitos, cuando este grande nos dejó y nunca poder haber presenciado el fulgor de sus toques!
ResponderEliminarMuy buen grito, mi estimado