Crónicas del 28 - Tercer entrega (oficial)

Hoy tome tres veces el 28 para llegar al laburo, quedando el trayecto de viaje dividido en 3 partes, cada una producto de sus propias causalidades.

Causalidad nro. 1: ir a trabajar. Esta deriva en la afronta diaria de tomar el colectivo en Av. Almafuerte al 600, barrio de Parque de los Patricios.

Durante la correspondiente parcialidad del viaje encare de la misma forma que todos los días: auriculares, mirando hacia alguna ventana, una mano en el túbulo de sujeción del techo con su correspondiente caldo seco, la otra mano en el bolsillo, y la vista alternando entre algún escote y el paisaje urbano.

Causalidad nro. 2: Todo transcurría dentro de lo previsible hasta que a la altura de San Telmo se escucho el popular grito "¡Momento! ¡MOMENTO!". Casi nunca se enuncia más de dos veces ese grito, sin embargo esta vez continuó motivado por la negación del chofer a detenerse y otorgar la imprecisa medida temporal. El grito fue continuado por un "AAAAHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!", presumiblemente de dolor. Inmediatamente comprendí que el momento solicitado no sería breve.

Justo delante de mí, por fuera del vehículo ya detenido, un tipo sentado en la calle agarrándose el tobillo derecho con la mano izquierda, voceando lamentos de dolor que al llegar a mis oídos casi sentía en carne propia. Gestos de incertidumbre, curiosidad, dolor, morbo y mal humor generalizados entre el pasaje. Detrás mío una chica comenzaba a llorar queriendo evadirse de la escena mirando hacia otro lado y agachándose mientras una señora la calmaba injustificadamente, ya que aun no tenía precisiones sobre la gravedad del asunto. Después de todo quizás merecía un llanto el sufrimiento de ese hombre.

Esta es la secuencia de pensamientos que sin duda recorrió las mentes de los pasajeros:

1 - Uy, lo hizo mierda.
2 - Sigue gritando, así que no se murió. Seguro que no fue nada.
3 - Alguien tendría que bajar a ayudar a este pobre hombre.
4 - Quizás siga el colectivo, así que no me bajo para no perderlo, además ya pague boleto.
5 - Voy a ver que hacen los demás.
6 - La gente está bajando, por ahí este no sigue y el de atrás me reconoce el pasaje. Espero que venga rápido.
7 - A ver como quedó...
8 - Me apuro a subir al de atrás así consigo un buen lugar para viajar menos incomodo.
9 - ¿Podre subir por la puerta de atrás? Esa es solo para bajar, espero que no me reten.

Un par de personas y algún policía atendieron al caído. Los aplaudí enérgicamente en mi cabeza y me dispuse a contemplar desde la vereda un poco asqueado de la reacción y apuro general. Una vieja chusma que transitaba por el lugar me quiso sacar más información de la que entregaba la escena, pero no me preste a su juego. Después me la imagine en silencio en el almacén y me dio un poco de culpa. Podría haber inventado un presunto robo por parte del hombre que hubiera sido reducido por la justicia divina en forma de colectivo.

Preferí perder el boleto y dejar pasar el de atrás dado que ya no quería compartir mi viaje con esa gente. Es así que camine una cuadra y tome el siguiente interno en una parada. Poco para comentar de este tramo del viaje, hasta que llegó a lo que denomino "punto cero", donde diariamente el caos juega sus dados y decide mi suerte: Plaza Cañada, Retiro.

Causalidad nro. 3: "termina acá este", dijo el chofer. Baje y le fui a discutir al guarda, quien, como atendiendo un grave error y una terrible injusticia de la que no tenía conciencia, me conmino a correr hacia otro interno detenido ahí mismo, el cual arbitrariamente si cumpliría con el recorrido correspondiente. Luego de arrancar, el chofer de este tercer interno, quejándose de que no lo dejaron desviarse, me espeto un "ahora me tengo que comer el pijazo yo". Y yo que pensaba que el transito era el peor de los menesteres bondileros.

Un sentimiento de preocupación me acompaño durante el día, reflexionando si el pobre hombre lesionado no se habría quejado por demás del desempeño de la línea.

(Por el que dice llamarse Leo, bajo la administrción del CORECRIN)

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